PULSO
SINDICAL Nº 261 DEL 23 AL 30 DE NOVIEMBRE DE 2014
En cada avance de estos años estas tú, don Galvarino, el Viejo Lara, el Compañero Rene y tantos y tantas.
Como cada 29 de Noviembre, te recordamos amiga, compañera, profe querida.
Con nosotros siempre, Elisa Maria.
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Le
Monde Diplomatique nos solicitó hace algunas semanas una opinión sobre las
reformas laborales. Con orgullo y satisfacción vemos publicada nuestra opinión
en la edición de diciembre de 2014.
Por
que es un texto contingente lo ponemos en conocimiento de todos aquellos a
quienes por una u otra razón, les cuesta acceder a Le Monde.
Seguiremos
analizando, proponiendo y discutiendo. No estamos por aceptar que sea la
autoridad política quien determine propuestas luego de conversar con
sindicalistas que tienen temor de preguntar a sus bases.
Las
reformas laborales que se harán públicas en los próximos días no son reflejo
del sentir de los trabajadores, por lo tanto la invitación es a seguir buscando
los caminos de la unidad, no cejar en la lucha.
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Si
coincidimos en que reformar está asociado a rehacer, a modificar algo con la
clara intención de mejorarlo, avanzaremos a una primera conclusión, hecha por
muchas organizaciones sindicales desde hace años, pero de la que ya no se habla.
El
Código del Trabajo es deficiente, malo y debe ser modificado profundamente.
Sin
embargo, pese a las promesas realizadas, coincidentes con las campañas para
elegir presidente y parlamentarios, poco o nada se ha avanzado en 25 años.
Un
análisis frío y desapasionado permite incluso concluir que las reformas hechas,
han estado muy lejos de lo que ofrecieron los discursos. Ni Aylwin, ni Frei, ni Lagos, ni Bachelet en
su primer gobierno y mucho menos Piñera, lograron avanzar hacía una legislación
laboral que protegiera de mejor manera a los trabajadores.
¿Porque
ahora tendría que ser distinto, si siguen gobernando los mismos?
La
cantidad y calidad de las reformas laborales, desde 1990 hasta ahora, son
reflejo de la fuerza de la organización sindical. Por lo tanto a nadie más que
a nuestra propia desorganización y desunión, podemos achacar la pobre
legislación que nos rige.
Mal
haríamos los trabajadores si fuéramos por allí creyendo las promesas que hacen
los que se reparten la administración del poder.
Lo mínimo
que debiéramos tener claro, es que si hubo en Chile un cuerpo legal que llegó a
ser ejemplo en America Latina - derogado casi en su totalidad por la dictadura
- fue producto de la gestión y acción de un movimiento sindical activo,
organizado, con clara conciencia de su rol, además de parlamentarios
comprometidos que fueron transformado en leyes muchas de las demandas de los
asalariados.
El
movimiento sindical siempre tuvo la compañía y apoyo de los partidos políticos
y no tendría por que renegarse de ello. El problema se produjo cuando la
resolución del partido pasó a reemplazar la opinión de las bases.
La
dictadura cercenó parte importante de la legislación laboral y obligó a
mecanismos de gestión y acción de rápida resolución, bastante antidemocráticos.
Lo que no estaba seguramente en los cálculos de nadie, era que la dirección
sindical post dictadura iba a mantener vigente esa manera de trabajar.
No se
retomó la sana costumbre de elegir, desde el sindicato base a la Central sindical, a los
dirigentes por medio del voto directo. No se recuperó la cultura de la
cotización mensual, ni se fue dando cuenta a las bases de la gestión de la
directiva. Nadie inició una campaña de reeducación para conseguir que los
trabajadores conocieran de la legislación que tuvieron y de cómo la misma se
fue gestando.
Resultado
hasta hoy?,
Baja
adhesión a los sindicatos y débil participación de los trabajadores en ellos,
proliferación de organizaciones en una misma área de la economía e incluso en
una misma empresa, actos de negligencia y corrupción en algunos directores
sindicales, entrega a entes externos del
proceso de negociación colectiva, pagando por ello altos honorarios, etc.
La
organización sindical dejó de jugar su rol, ¿Por qué entonces esperar que las reformas
laborales representen el sentir de los trabajadores?
En las
últimas elecciones presidenciales se construyó un instrumento político para reemplazar
a la Concertación ,
con una serie de propuestas destinadas a recuperar la confianza de la
población. Pese a la baja participación, la llamada Nueva Mayoría se hizo con
la primera magistratura.
Una de
las propuestas hechas fue que se presentaría “una profunda reforma laboral“.
Pese a
los embates y a la campaña del terror del empresariado y los representantes
políticos de la derecha, el gobierno ha sostenido su discurso.
Se
presentará un conjunto de reformas laborales orientadas a mejorar la situación
de los trabajadores, especialmente en organización sindical y negociación
colectiva.
Tranquilidad
y algo de satisfacción en el sindicalismo afín al gobierno, que ve estas
reformas como la justa retribución al inmovilismo y conformismo en que han
sumido a sus organizaciones. Sin duda que es la CUT la que lleva el pandero en esto, pero también
tienen velas en el entierro la CAT
y la UNT , las
últimas sino por acción, por omisión. Lo mismo queda para todas las
organizaciones sindicales afiliadas a estas centrales, pues ninguna a sacado la
voz, al menos para llamar la atención sobre algo que huele muy mal.
Y es que
resulta que la gran reforma laboral que se anuncia (de la que solo hay líneas
generales y algunos transcendidos) no es ni mas ni menos que la copia casi
textual de propuestas que se presentaron
en 1989, en el Programa de Gobierno de la Concertación de
Partidos por la
Democracia.
En
efecto, si el dirigente sindical, el ciudadano que lee este articulo, tiene a
mano un ejemplar de este Programa, debe leer con atención el capitulo V que
propone en su Nº 1 “LA RECUPERACION DE
LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES Y EL CAMBIO DE LA LEGISLACION LABORAL
(pagina 25 y siguientes).
Allí se
encuentran, durmiendo desde hace 25 años, propuestas como “los titulares
efectivos del contrato o convención colectiva serán los empleadores y las
organizaciones sindicales.”, “aumento de la cobertura de la negociación
colectiva”, “la empresa en huelga legal no puede contratar reemplazantes”,
“ampliar las licencias sindicales”, entre otras.
Con
todo, llama la atención que se siga guardando silencio sobre una propuesta de
entonces, silencio que es asumido por el sindicalismo oficialista.
“La
indemnización por años de servicio será equivalente a un mes de remuneraciones por cada año de
servicio y fracción de seis meses, sin limite”(p.28)
Ni
ejercicio de contrición, ni que se ha escuchado la voz del pueblo.
Se trata
de una simple repetición de añejas promesas, que mas encima ya están siendo
minimizadas. Se habla por ejemplo de “turnos mínimos” en la empresas en caso de
huelga. La cocina que utilizaron para la reforma tributaria volverá a
funcionar.
Nadie lo
dude.
Se nos
dirá entonces, ¿Es que no quieren reformas laborales?
Si las
queremos, pero no de esta forma ni en el orden presentadas.
Queremos
reformas reales, que den cuenta de necesidades urgentes del trabajador,
necesidades mayores que las que se les ocurrieran hace 25 años, demandas que se
ven hasta irrisorias si nos situamos en el siglo XXI y con instrumentos como la OIT.
¿O no es
una reforma urgente fijar el pago cada 30 días de los sueldos?,
Hoy, en
este mismo momento miles reciben su sueldo cada 35, 40 o mas días.
Y de
estas otras reformas urgentes que se piensa?
*Pago
total de la indemnización al término del contrato
*Pago de
colación y movilización por día trabajado
*
Entrega de uniformes e instrumentos de trabajo, además de calzado.
*Derecho
a sala cuna sin mínimo de trabajadoras por empresa.
*Termino
de la polifuncionalidad, derogando el Nº 3 del articulo10 del Código
*Quitar
facultad a los notarios para pago de indemnizaciones y otros relacionados
*Aplicar
la llamada ley Bustos, cualquiera sea la causal del término de contrato
*Derecho
a todos los trabajadores sin excepción, de los feriados irrenunciables
Aprobar
estas reformas sería importante y beneficioso para los trabajadores.
Por que
digo aprobar?, porque hay un proyecto de ley con ellas desde el 15 de julio del
2014 en la Cámara
de Diputados, presentados por las diputadas C. Girardi, M.Fernandez, D.
Cicardini y el diputado G. Rivas.
Se nos
dirá, es que no se necesitan reformas, que lo que hay que cambiar es el Código
del Trabajo.
Y claro
que hay que cambiarlo, ¿pero solo con la consigna?.
Es
momento de dar cuenta de la profunda crisis en que esta el movimiento, incapaz
incluso de promover desde la base la generación de propuestas.
Por último,
y solo por un momento, elucubremos sobre las reformas anunciadas (que insisto,
no están anunciadas oficialmente). Para que mejore la negociación colectiva de
verdad hay que fijar
como punto inicial de una negociación colectiva los beneficios existentes. Para
quienes congelan por 18 meses un contrato colectivo, establecer que serán
socios del sindicato aquellos que ingresen al mismo, hasta el día anterior de
iniciar un nuevo proceso de negociación. Hacer obligatoria la entrega de
balance general o consolidado cuando la empresa es parte de un holding, declaración
de Impuesto a la renta de los últimos 2 años anteriores, declaración y pagos
simultáneos formulario 29 de los últimos tres meses, libro de remuneraciones de
los últimos tres meses
Y respecto del Sindicato?, lo mas urgente es instalar instrumentos que cautelen las cuotas
sindicales y la persecución judicial de quienes dilapidan los ingresos
Las nuevas reformas laborales que se anuncian ayudaran, sin
duda, a mejorar la actual legislación laboral, pero serán absolutamente
insuficientes para permitir que los trabajadores salgan de la postración en la
que se encuentran.
Eso solo es posible con trabajadores organizados,
organizaciones poderosas con democracia efectiva en su gestión y acción.
Lo demás sueños, malos sueños.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T CHILE