lunes, 26 de julio de 2010

“Nací un 15 del abril de 1949, en una choza de totora ubicada en una playa al interior de Pichilemu llamada La Sirena, en medio de fardos de cochayuyos”.
Así comenzaba a relatarme su vida el compañero Alfredo Reyes, un dirigente obrero que trabajaba hasta su obligada pensión a inicios de marzo de este año en el torno de una empresa metalúrgica, y que con dolor entregó su responsabilidad sindical en noviembre de 2009.
Al compa Alfredo lo operó un otorrino por un problema menor y terminó dañado irreparablemente, supo en un día infausto que la muerte era un etapa que para el tenía un pronta llegada.
“En las noches esperaba que mi compañera se durmiera, me levantaba para el comedor y me ponía a llorar hasta que me calmaba. Llegaba al dormitorio y estaba ella también llorando, y nos abrazábamos y llorábamos hasta que no quedaban lagrimas”.

Tengo entre mis papeles la historia de su vida. Se la pedí cuando me visitó para despedirse según me dijo entonces. Escucharle con tanta calma y paz fue para mi muy enriquecedor. Ya se notaba en su sonsonete las dificultades pero eso no lo amilanaba. Se fue sonriendo, prometiendo que volvería con la historia de su vida y aquí está, esperando el momento justo para hacerse relato, un relato obrero.
No tuvo la figuración de Recabarren ni de Clotario, no fue miembro del directorio nacional de ninguna organización y salió tarde a las marchas y manifestaciones. Nació a la vida sindical con nuestra CGT pasados los 50 y le reconocimos todo su esfuerzo en vida, cuando al cumplir 28 años de vida de la organización le entregamos un galvano recordatorio, que recibió entre lagrimas de emoción junto a su compañera e hijos.

Por eso creo no equivocarme al decir que la clase necesita de mas y mas Alfredos Reyes para avanzar hacía su victoria.
Hacía esa sociedad justa, esa sociedad donde los problemas de salud básicos sean curados y no terminen, por culpa de la negligencia o la estupidez de un profesional, costando la vida de seres tan valiosos como Alfredo Reyes.

Estuvimos acompañando a su familia, compañeros amigos y vecinos que lo despidieron y solo resta decir, Gracias Alfredo por haber trabajado con nosotros, por permitirnos conocerte.

“A mis compañeros, a los jóvenes, les pido que sigan aprendiendo a luchar por sus derechos y los de sus hijos mas adelante.
Fuerza compañeros”.

MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T

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