jueves, 7 de octubre de 2010

TODOS VIVEN EN NUESTROS CORAZONES

TODOS VIVEN EN NUESTROS CORAZONES


ENTRADA CERRO CHENA

El viento se cuela por entre la ropa y va enfriando el cuerpo hasta hacerlo perder el control y entregarse a los espasmos. Para no concederle la victoria, unos caminan en círculos, otros saltan levemente en su sitio mueven brazos y piernas o simplemente suben el cuello de la chaqueta. Son pasadas las nueve de la noche del 6 de octubre de 2010, allá en lo alto de lo que se sabe es la cima, aunque no se ve, brilla la lucecita roja de la antena. La oscuridad es absoluta desde la reja de acceso hacía el interior del cuartel militar.
2 soldados miran extrañados el movimiento que hacen esas mujeres y hombres a solo algunos metros de ellos. No cargan fusiles ni han de tener mas de 20 años de edad y no logran ver el significado de esas velas encendidas en hilera, casi desde la misma puerta de fierro. Por la calle lateral los conductores de vehiculo disminuyen su velocidad, con atención miran esas débiles lucecitas que titilan a ras de piso. Suenan las bocinas o levantan su mano en señal de saludo mas no se detienen, salvo algunos que salen de la pista, preguntan, se emocionan con lo que escuchan y siguen su camino.

Desde donde están los soldados, no logran oír la sentida alocución que hace la hija de uno de los que pasó por este lugar hace ya 37 años. Ella cuenta que su padre y 10 de sus compañeros de trabajo, junto a campesinos, obreros, estudiantes y profesionales, fueron detenidos, salvajemente torturados, para finalmente ser fusilados en este lugar que tiene por nombre “Cuartel Nº 2 de la Escuela de Infantería” y que para nosotros los que vivimos aquí desde siempre, los que estamos recordando, es el cerro Chena.

Hace 37 años, jóvenes y viejos que se la jugaron por el gobierno popular y que se ganaron la inquina, el odio de sus adversarios, al extremo de que fueron estos quienes los denunciaron, pasaron por este mismo lugar vendados, amarradas sus manos a la espalda, casi siempre de noche sintiendo en sus cuerpos y su cara el mismo viento que hoy nos golpea sin pausas.

Manos de soldados golpearon rostros, buscaron cabezas y huesos para dejar caer encima la culata de los fusiles repetidas veces. Cobardes fueron, por que sus victimas no tuvieron posibilidad siquiera de verles las cara para enrostrarles su proceder fascista.
El lugar de paseo de los habitantes de la comuna, y de otras partes también, que venían a disfrutar de la fiesta popular del 18 chico el primer domingo de octubre, devino en campo de concentración, en lugar de tortura. Ahí, en distintas instalaciones estuvieron hacinadas decenas de personas, primero en las pequeñas salitas de la escuela, luego en la casa blanca, el viejo polígono de tiro.
4, 5 tal vez 7 metros separaban esas salas de dolor, de rabia de pena, de conformidad con la suerte que les esperaba - donde conversaban en voz baja y solo a escondidas podían mover la venda para verse, saludarse con los ojos, los prisioneros de guerra como los bautizó el comandante del regimiento - de la oficina de tortura.

Se sufría, se sudaba frío, se agitaba el corazón hasta querer escapar por la boca, al escuchar los pasos que traían - generalmente a rastras - al compañero que había pasado por el interrogatorio. Lo dejaban en la entrada de la puerta con la orden perentoria de no hablar con nadie y nombraban al siguiente.
Los segundos eternos que median entre dejar al desfallecido, gritar un nombre y la mano en alto del nuevo convocado que es tomado por debajo de las axilas y sacado de la sala donde comparte penas y dolores con otros, ha de ser lo mas parecido a un paseo por el infierno.

Pocos lograron volver a ver el sol después de pasar por Chena, pocos los que salieron por este mismo portón, que mira sin ver esta velaton conmemorativa. Lenta pero inexorablemente los que volvieron de la muerte se han ido yendo hacía las estrellas.

Pero no importa, mientras haya un hálito de vida, mientras se pueda caminar o apenas arrastrar los pies, llegaremos hasta este lugar a encender el fuego, a decir a los que regaron esta tierra con sangre de hombres y mujeres valientes, hermosos, dignos de su lucha, que fracasaron en su intento.
Fracasaron por que la clase trabajadora y popular sigue viva, la lucha sigue viva, los sueños de un mundo mas justo y digno siguen vivos.
Estos hermanos nuestros no cayeron en vano, porque sus ideas las recogimos nosotros, nuestras manos tomaron las banderas que ellos nos entregaron y ya se preparan otros para hacer el relevo.

Por que por siempre de siempre estaremos cada 6 de octubre aquí, peleándosela al viento, porque por siempre seguiremos demandando verdad y justicia, castigo a los culpables.
Pero no se crean los viles que solo nos quedaremos en eso, no se equivoquen. También seguiremos trabajando por ese mundo mas justo y digno que los que aquí cayeron se esforzaban en construir. Y lo haremos por que creemos en él.

Lentamente las velas se van consumiendo, pudimos ganar la lucha al viento, estamos contentos, dijimos presente.
Compañeros torturados y fusilados en el Cerro Chena, Presente. Ahora y siempre.



MANUEL AJHUMADA LILLO
Presidente C.G.T.





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