PULSO SINDICAL DEL 24 AL 31 DE MARZO DE 2010
“ ... Por esto estimamos que la alimentación intelectual es de tanta importancia como la alimentación física. La inteligencia es la fuerza de las fuerzas. Los asalariados, sin acción inteligente no podrán adquirir ningún mejoramiento.
La mayor actividad de todo sindicato debe profundizarse en el desarrollo de la capacidad intelectual y moral del total de sus adherentes y sus familias, inclusive.
¿Por qué?. Porque la fuerza intelectual es la que dirige la fuerza material. Y las más nobles aspiraciones de una minoría en el Sindicato, no podrán realizarse con el evidente beneficio que se busca obtener, si no se extiende y desarrolla la inteligencia sobre todos. Por estas razones la actividad educativa en el Sindicato debe ser actividad permanente.”
(PROYECCIONES DE LA ACCION SINDICAL
Luis Emilio Recabarren ( 9 – julio -1907)
El 8 de Abril se presentará el tercer libro que he escrito, el que lleva por titulo ”ALGUNOS ANTECEDENTES HISTORICOS Y ELEMENTOS BASICOS PARA EL TRABAJO SINDICAL, texto que al igual que los anteriormente publicados, CERRO CHENA – TESTIMONIO y “LOS DERECHOS HUMANOS, ¿SE RESPETAN EN CHILE Y EN EL MUNDO?” es fruto de cientos de conversaciones con trabajadores, realizadas en asambleas y actividades de propaganda callejera en las distintas regiones del país.
Uno de los elementos fundamentales en el trabajo del dirigente sindical y también en el de la organización, es el contacto directo con los trabajadores, con “la base”.
Sabemos que no es posible establecer a priori las formas del trabajo diario o definir con anticipación las tácticas a seguir en un proceso de negociación colectiva. Es necesario estar auscultando permanentemente el estado de ánimo de los trabajadores, la percepción que ellos tienen de la realidad que les rodea, como influyen en su hogar y en su entorno los problemas que se les presentan en el diario vivir.
No obstante si es posible entregar elementos generales, una suerte de ayuda memoria para la gestión del dirigente y también del trabajador que no está dispuesto a que lo sigan pasando a llevar y reclama educación. Es el objetivo de este libro.
No fue por azar que se eligió el texto de Recabarren con el que se presenta. Si los trabajadores no son alimentados intelectualmente, es poco probable que vayan a entender el llamado a desarrollar la lucha por mejoras profundas que, derechamente hablando, son aquellas que permitirán el cambio de la sociedad en que se desenvuelven.
Muchos grupos de trabajadores se han quedado y se quedaran en la presentación periódica del proyecto colectivo, obteniendo de la patronal algunas mejoras en recursos económicos que solo servirán para cubrir, en parte, el pago de las enormes deudas que han asumido para intentar vivir en condiciones dignas.
Sabemos que no saldrán de la postración, entre otras razones, porque no se les ha mostrado que exista un camino para hacerlo. No se les ha educado como corresponde.
Sostengo firmemente que la principal razón de la crisis por la que hoy cruza el sindicalismo, es justamente la carencia casi absoluta de formación. Ni los dirigentes cuentan con los espacios necesarios para prepararse en su trabajo al frente del sindicato, ni los trabajadores reciben toda la alimentación que requieren respecto del rol que juegan en la organización así como de sus principales derechos y la forma de reclamarlos y defenderlos.
Ambos, dirigentes y trabajadores, en su mayoría carecen además de formación política y aquellos que la tienen, la reciben en forma sesgada y muchas veces no trepidan en entregarla de la misma manera.
Cuando recién se comenzó con la educación de los trabajadores en Chile en el tercer cuarto del siglo XIX - aunque ya antes se vivieron experiencias como la Sociedad de la Igualdad - el objetivo era claro. Explicar como el modelo de explotación capitalista provocaba abusos y penurias para el asalariado y su familia, por lo que debía ser reemplazado por otro más digno y justo. Este nuevo modelo liberador sería encabezado por los trabajadores y sin duda que a la cabeza de ellos estarían sus organizaciones.
Pese a las persecuciones y a las masacres producidas cada vez que la fuerza del movimiento se hacía insostenible para los dueños del capital, los trabajadores no cejaron en sus intentos por liberarse del yugo, toda vez que la explotación no amainaba y muy por el contrario se hacía más y más descarada.
En nuestro país, los capitalistas y sus representantes en el Parlamento entendieron muy bien lo que estaba pasando y comenzaron a preocuparse de la “cuestión social”. Aprobaron las primeras leyes y finalmente, a inicios del segundo cuarto del siglo XX, se dictó el primer Código del Trabajo que entre sus normas, incluyó la organización de los trabajadores en sindicatos.
Las organizaciones hasta entonces vigentes no sortearon con éxito esta iniciativa del Estado y se dividieron. Por un lado quedaron las organizaciones libres, por el otro las legales.
Desde entonces se viene dando la pelea por derrotar esa división y hasta hoy la meta parece lejana. Cierto es que ya el problema no es entre legales y no legales, si no mas bien sobre el rol que juega la organización sindical en la sociedad.
La FOCH, la CTCH (antes de su división por razones políticas) y la CUT (antes del quiebre provocado que culminó con la salida de Clotario, y que también se produjo por razones políticas), son los mas altos instrumentos de unión sindical y sin embargo no lograron sortear con éxito los conflictos, ajenos muchas veces a los problemas que afectaban a los trabajadores.
Es posible que los quiebres se hayan producido por que los proyectos políticos de los líderes sindicales eran distintos y no hubo posibilidad o disposición a encontrar criterios comunes, como también que estos proyectos no consideraran, de verdad, el sentir de los trabajadores. O no hubo, o fueron insuficientes los mecanismos de consulta que les hubieran permitido a los asalariados pronunciarse sobre el camino que debía seguir el movimiento, para transformarlos luego en constructores activos de su proyecto de sociedad.
Hoy existe una diversidad de organizaciones y referentes en los que abundan “cuadros militantes” mas que dirigentes sindicales, razón que parece ser la que impide un “contacto directo” con las necesidades concretas de los trabajadores en su lugar de trabajo. Se tiende a servir más a las orientaciones del partido que a la clase trabajadora.
La posición contraria también tiende a manifestarse y es común ver como algunos se definen como “apolíticos” y bajo este rotulo se permiten renegar o rechazar muchas herramientas e instrumentos de lucha de la clase trabajadora.
Ambas posiciones parecen no tener claro que el centro del trabajo son los trabajadores en su realidad diaria, con sus enormes carencias y vacíos.
Hay que recuperar la esencia de la organización de los trabajadores, se debe trabajar fuertemente para que se vuelva a expresar abiertamente el orgullo de ser sindicalista.
Claridad en el trabajo financiero, desarrollo de las comisiones de trabajo, correcta elaboración del proyecto de contrato colectivo, van a la par con materias como funcionamiento de comités paritarios y bipartitos, sin descuidar el deporte, la recreación y la cultura.
Este es el desafío. Construir un instrumento al servicio del trabajador. Un Sindicato.
Por cierto que deberá enseñarse a los trabajadores que sin una nueva sociedad de poco o nada sirven algunos buenos puntos en el proyecto o ciertos cambios en el Código del Trabajo, pero eso es parte de la enseñanza, de esa alimentación intelectual que reclama Recabarren.
Para quienes estamos en esto del sindicalismo por una cuestión de compromiso con la clase, no hay trabajadores buenos y malos si no explotados mas o menos temerosos, mas o menos dispuestos a enfrentarse al patrón para obtener respuesta a lo que creen de justicia.
Nuestra labor es educarlos, crear en ellos conciencia de clase y desde ahí avanzar hacía la constitución de una poderosa organización que pueda enfrentar al sistema y salir victoriosa de la lucha en la que ha de involucrarse.
Es mi intención, nuestra intención, que este trabajo vaya en esa dirección.
Información Importante:
El libro tendrá un costo de $ 2.500 el ejemplar y todos los ingresos que genere quedarán a disposición de la tesorería de la CGT.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T.
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