PULSO SINDICAL Nº 263 DEL 10 AL 16 DE DICIEMBRE DE
2014
Comienza a perderse en los medios de comunicación lo
referente a la desaparición y, con casi total certeza, el asesinato de los 43 jóvenes
mexicanos estudiantes de la
Normal Rural de Ayotzinapa, quienes fueran detenidos en el
municipio de Iguala, estado de Guerrero a fines de septiembre de 2014 y de los
que no se ha vuelto a saber.
En México, desde 2011, se contabilizan 22.322 personas
desaparecidas (CNN Mexico) y el hallazgo de fosas clandestinas con cadáveres es
cada vez mas continúo y nadie, salvo los propios mexicanos más concientes,
parece conmoverse.
Quienes aparecen como responsables de lo ocurrido en Iguala,
dicen haber dinamitado los cuerpos y después quemado, habiéndose encontrado
solo algunos restos óseos, cuando por fin se pudo dar con el lugar en donde
habrían sido arrojados.
Alexander Mora Venancio tenía 19 años, su sueño era ser
maestro de educación física y es el primero de los 43 de Ayotzinapa en ser
identificado, previa prueba de ADN a los restos encontrados en el basural donde
se dice se mató a los 43. Es poco
probable que se pudiera identificar a más víctimas por esta vía, ya que casi no
quedaron restos que permitan realizar dicho proceso.
Juan Pablo Jimenez |
Y no solo en México hay dolor y rabia por la violación a
los derechos humanos.
En nuestro país se cumplirá, en algunos días, 1 año y 10
meses desde que fuera asesinado a sangre fría el dirigente sindical Juan Pablo
Jiménez y a pesar de todas las pruebas aportadas por la familia, entre ellas un
peritaje que desautoriza la teoría de la bala loca instalada por la PDI , poco o nada se ha
avanzado en la investigación de este crimen atroz.
Pero los defensores de los derechos humanos, los
parlamentarios de las diferentes representaciones políticas y la opinión
pública nacional, salvo contadas excepciones, parecen ajenos a esta situación.
Hay agallas, y de sobra, para demandar la libertad de un
dirigente opositor preso en Venezuela, o desacreditar la justa demanda
boliviana de una salida al mar, o atacar o defender cada uno de los proyectos
del gobierno, pero no hay interés en demandar del Estado y de las policías una
investigación profunda y decidora sobre el asesinato de Juan Pablo Jiménez, y
si no fuera por la valiente e inagotable
gestión de la familia y de algunos amigos de ésta, el crimen de nuestro
compañero ya hubiera sido archivado como una causa más, siguiendo la triste
suerte que han tenido otros caso como el crimen de Matías Catrileo o el del
trabajador forestal Rodrigo Cisternas en mayo de 2007.
No se trata de casos aislados, son algunos de cientos de
ejemplos en el que la sangre de los más pobres riega la tierra, sin que los que
detentan el poder se dignen siquiera ordenar una investigación que esclarezca
la verdad.
¿O vamos a olvidar que por estos días se cumple un año más
de la masacre de Santa María de Iquique en 1907?
Poco importan los años que hayan transcurrido entre lo
vivido en Iquique o lo acontecido con el dirigente de AZETA, o el compañero
forestal. En todos los casos está la mano del capital, utilizando las armas
para acallar a los que demandan respeto a los derechos laborales y condiciones
mínimas de dignidad en el trabajo.
Se trata de crímenes atroces, que sin embargo no culminan
en investigaciones serias y menos la aplicación de castigos ejemplarizadores a
los culpables.
Y es que son pobres los muertos, son obreros los
asesinados, son parte de esa mayoría silenciosa que no acaba de entender que
ella y solo ella es la que puede cambiar el curso de los hechos, y que para
ello debe dejar atrás las diferencias y organizarse.
Por todo ese dolor, no es justo que el movimiento sindical
se limite solo a una que otra declaración condenatoria. Ocurren los hechos y se
pelean para aparecer ante los medios, connotadas figuras y figurines. Exigen
fiscales con dedicación exclusiva, elucubran diversas teorías, pero no mas que
pasan los días y a otra cosa mariposa.
El movimiento sindical,
los trabajadores, deben entender de una buena vez que nada les será
dado. Que todas aquellas promesas demagógicas de cambio apuntan principalmente
a maquillar el modelo, para mantener vigente la cultura de abuso y explotación.
Lo que se presentará el 29 de diciembre como reformas
laborales, no ayudará a poner termino al abuso, simplemente por que a los que
están en el poder no les interesa que esto se termine. Sino vean ese proyecto
tan ridículo que se está discutiendo y que habla de regular la
polifuncionalidad. Como si lo que hiciera falta es establecer normas para que
se regule el abuso y la explotación de la fuerza de trabajo.
Lo que hay que hacer es terminar con la polifuncionalidad.
Escribió un dirigente sindical hace algún tiempo sobre una
verdad muy grande que poco o nada analizamos. Dijo que “hay algunos sectores de
la actividad económica que están en mejores condiciones que la gran mayoría de
paralizar faenas y exigir mejoras”
Una gran verdad, pero no es menos cierto que la gran
mayoría de los trabajadores está temerosa de enfrentar a su contraparte e
incluso lo está de organizarse.
Creo llegado el momento de que aquellos que conocen de
victorias y quienes apenas pueden movilizar a algunos cuantos, se reúnan, se
digan las cosas en la cara y se decidan a tratar de construir un camino que
huela a unidad.
Es cierto que en el movimiento sindical tenemos de todo.
Algunos que insisten en que hay que levantarse y partir a
tomarse el palacio de invierno como si esto de la conciencia y las ganas de
luchar pudiera decretarse por el camino de los discurso. Parecen no darse
cuenta que la organización sindical no llega al 10% y con suerte es la misma
cantidad de trabajadores que tiene acceso a la negociación colectiva.
Se levantan grandes consignas de cambio, todo tiene que ser
nuevo, hay que barrer con lo que instaló el sistema, como si fuera cosa de
decirlo y hacerse, sin considerar que muchos asalariados carecen de derechos
mínimos y no se atreven a luchar por ellos, no solo por temor sino también por
desconocimiento.
También están aquellos que llaman a la creación de un
referente sindical independiente, sin lazos ni compromisos con partidos o
movimientos. Autofinanciado y democrático.
Por último aquellos que aspiran a que todo se va a ir
logrando por el camino del contacto y la conversación con los administradores
del modelo. No hay que luchar, que ya está en desuso ese termino, hay que tener buenos contactos y por esa vía se
logrará que se redacten buenos proyectos, que vengan a restituirnos lo que se
nos quitó.
Podría ser que todos tengan algo de razón.
¿Y no es posible entonces que se unan, dejen atrás
aspiraciones mesiánicas y se lancen a la tarea, la hermosa tarea de construir
en la diversidad? Para eso no es necesario entregar la independencia ni la
autonomía de cada organización. Es probable que todos sean dueños de una
porción de verdad ¿no pueden abrirse a conocer otras propuestas?.
¿Y si trabajáramos en la unión de todas esas porciones para
construir un camino común, donde maximalistas y nihilistas se den cuenta de una
vez que lo realmente importante es la clase trabajadora, clase a la que todos
reivindicamos?
Sería un gran homenaje a la memoria de Recabarren y Blest,
a los que cayeron en Iquique y Ranquil, a Catrileo, Cisternas y Jiménez.
UNIDAD DEBE SER LA CONSIGNA
PARA LOS TIEMPOS QUE VIENEN.
MANUEL
AHUMADA LILLO
Presidente
C.G.T. CHILE
No hay comentarios:
Publicar un comentario